CONTRACULTA

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jueves, 5 de febrero de 2015

Necrofilia punk



Cuando adolecentes, elegimos uno o varios géneros musicales con los que sentimos complicidad auditiva e 
identidad estética. El punk es uno de los que yo elegí. Lo elegí porque sus ondas sonoras masturbaban las ideas que vivían entonces en mi cabeza. Además, el histrionismo estético de largas y coloridas crestas, remaches y botas largas, apelaban a la idea que yo sostenía era la viva imagen de la rebelión sin censura. Siempre tuve la duda del por qué otros elegían el punk. ¿Tendrían las mismas motivaciones que yo? ¿A ti por qué te gusta el punk? Inquirí a varios amigos y conocidos en mi adolescencia. Las respuestas siempre versátiles: desde trivialidades hasta pendejas políticas o existenciales que me sacaban de pedo. Sin olvidar las que aludían simplemente a la actitud por encima de las anteriores.

Que porque era una manera de chingar al sistema (¿cuál pinche sistema, el solar, el político, musical? ¡sepa la chingada!), así, sin más, contestaban una buena cantidad de ellos. Otros aparentemente más informados, respondían que se trataba de una desobediencia política y que por definición el punk es anarquista. Otros, aparentando conocer los principios rectores de la vida, respondían: porque la vida y la existencia es una mierda y somos mierda, somos basura, los podridos del sistema (¡puta madre! Pero, ¿cuál pinche sistema?). Finalmente, los más laxos decían, a mi me vale verga la política o las mamadas esas del existencialismo. Yo soy punk porque vivo como quiero vivir, hago lo que quiero cuando quiero. El punk es actitud, música, fiesta sin control, y eso sí, ropa estilo hot topic. No obstante la variedad de respuestas, todas tienen un rasgo en común: son todas justificaciones para pensar, actuar o aparentar.



Para mi fue difícil no sentir influencias de cada tipo de respuesta, no me justifica el haber sido adolescente,  sino pendejo. Ninguno entre mis conocidos o fuera de ellos comprendió (al menos durante su etapa adolescente), que el punk no necesita justificación. Yo soy punk y ya, lo soy porque no necesito justificarme para serlo. A quién le importa tu compromiso político, tus debates existenciales o el hecho de que te tome horas levantar esa enorme cresta y otras tantas para amarrarte las agujetas de longitudes kilométricas. Tampoco importa si la música fue parida, abortada o creada en laboratorio. Ahora con varios años más en mi haber, he visto gran cantidad de documentales que tratan de responder a la pregunta ¿qué es punk? Muy bien idiotas, ahora tengo las mismas respuestas que oí cuando era adolecente, con la diferencia de que no son mis conocidos, sino los conocidos de cualquier hombre o mujer que se diga seguidor del género musical que aquí hemos manoseado. Sí, esos que se proclaman los padres históricos del punk, las   “old school bands”. 

 Éstos afirman que el punk está muerto y afortunadamente no se equivocan. Lo que no dicen es que ellos en complicidad nuestra lo matamos. No han sido las “teen bands”  o el libre mercado sino la obstinación de justificar el punk. Actualmente, prefiero pensar que no hay más punk vivo, que todo murió. Sin embargo, en mi persona hay una especie de necrofilia musical y el hecho es que el punk aún masturba mi cerebro. 

Elapestoso.

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